La emergencia sanitaria mundial en la que nos encontramos revela la situación de vulnerabilidad y fragilidad propia de nuestra humanidad, con la que siempre hemos convivido y a la que le hicimos frente autoproclamándonos dueños de la naturaleza y decisores del destino de ella. ¿Cuántas veces escuchamos discursos de los dueños del capital y de la espiritualidad desestimando la “civilidad” de aquellos grupos humanos que asumen la naturaleza como divinidad o madre de la vida, aquellos a los que la historia los llamó Indígenas y ciudadanos de segunda categoría?
Hoy, un virus desatado a consecuencia del sistema económico imperante nos ha despojado de casi toda la seguridad y sobrevaloración de nuestra humanidad, evidenciando nuestra vulnerabilidad y obligándonos al confinamiento para salvar nuestras vidas. Llenos de incertidumbre por no saber con certeza sobre la posibilidad de volver a vivir la vida que conocemos y a la que estábamos acostumbrados, esa forma de vivir hegemónica donde la naturaleza es un recurso para el enriquecimiento. Hasta ahora no nos habíamos considerado parte de la misma naturaleza, no pensamos que los efectos del agotamiento del mundo pudiera tener efectos directos sobre nuestros estilos de vida y supervivencia como humanidad. Las corrientes más disidentes del capitalismo vinculadas al movimiento indígena y ambientalista no estuvieron tan lejos de las predicciones sobre el futuro de nuestra humanidad y la exigencia de tomar medidas para salvaguardar la especie y los territorios que habitamos.
Mucho se dice que la situación en que la pandemia nos sitúa como humanidad tendría que llamar a la reflexión sobre la necesidad de un proceso de transición social y ecológica. Sin embargo, la respuesta de quienes manejan la economía y el poder en el mundo, no lo creen conveniente.
Antes de la llegada de la Pandemia a nuestro continente estábamos viviendo un segundo martillazo de reajuste económico del neoliberalismo. En el Perú, estaba en marcha el Plan Nacional de Competitividad y Productividad, que pretende el perfeccionamiento del neoliberalismo en nuestro país. La situación del crecimiento del PBI y las riquezas conseguidas a consecuencia de las actividades extractivas, que los últimos cinco gobiernos nos han presentado como el milagro económico, no se veían reflejadas en la realidad del grueso de población de nuestro país. Los pueblos indígenas del Nororiente peruano desde hace más de diez años protestan y exigen soluciones en relación a los derrames de petróleo y mejora de las condiciones básicas de vida.
En el país urge un proceso de transición social y ecológica, donde el respeto de la naturaleza y la seguridad humana sea el real objetivo. Antes de la llegada de la Pandemia, cientos de familias indígenas andinas y amazónicas se quedaron sin acceso a los ríos debido a la contaminación provocada por las actividades extractivas. La justificación desde el gobierno peruano para continuar con estas actividades nocivas para los pueblos y el ambiente es el incentivo del crecimiento económico, plazas de empleo para los peruanos y la necesidad energética fósil de la cual somos dependientes. La posición oficial del Gobierno es la defensa de la actividad extractiva como única fuente rentable para la solvencia económica de nuestro país, a la que se le favorece con leyes y políticas para garantizar su confianza. Todo ello, sin importar las consecuencias económicas, ni la salud de las familias de los pueblos andinos y amazónicos que habitan en los territorios donde se desarrollan estas actividades.
Solo la actividad petrolera en el Perú, en los últimos diez años, ha causado más de cien derrames de petróleo en territorio indígena amazónico, causando grandes pérdidas ecológicas e inhabilitando ríos y quebradas que son fuente de agua y alimento de proteínas de los pueblos. Aún no se han tomado medidas reales de remediación ambiental y cientos de familias indígenas quedaron desprotegidas y afectadas en sus modos de vida y salud. Cientos de familias quedaron sin futuro
Desde hace dos años el Estado peruano viene impulsando una modificación a la Ley de Hidrocarburos, para favorecer las inversiones petroleras y la extracción de petróleo. Estas modificaciones no han contemplado la posibilidad de una transición energética, que es parte de los compromisos ambientales internacionales asumidos por nuestro país.
Pero, ¿Por qué plantear un cambio de matriz energética? El actual modelo energético peruano, y en particular, el modelo energético de la Macro Región Nor Oriental, experimenta una elevada dependencia de recursos fósiles, que si bien implica un relativamente significativo ingreso temporal por la renta petrolera recaudada, a la vez genera una situación de riesgo latente para las poblaciones con explotaciones de petróleo, debido a inexorable agotamiento de las reservas de hidrocarburos.
Los organismos oficiales del sector energético peruano coinciden en sus previsiones que el sector energético incrementará efectivamente el consumo de petróleo y Gas Natural en un horizonte de 10- 20 años. Una situación que será insostenible para la naturaleza y por el agotamiento del recurso; por ello es necesario iniciar un proceso de transformación del modelo energético actual. En el sector petrolero nacional el 99% de las actividades y producción de crudo se concentran en la Macro Región NorOriental.
El 2019 Forum Solidaridad Perú publicó una investigación de Propuestas renovables para la transición energética en la macro región nor oriental elaborada por el Ing. Alberto Ríos. En este documento se proponen cuatro pilares y veintiún propuestas concretas para iniciar el proceso de transformación de matriz energética. Los cuatro Pilares son: 1) Integración de sistema renovables, 2) Elaboración de un Plan Regional de Energías Renovables, 3) Estrategia Regional de transición petrolera y 4) Electrificación renovable de Iquitos.
Es urgente plantear un proceso de cambio de matriz energética, que nos independice de la energía fósil, ya que esta corre el riesgo de encarecerse y hacerse menos accesible, pronto nuestros yacimientos no se podrán seguir extrayendo petróleo y se empezará a importar petróleo encareciendo la vida de miles de peruanos. Pensar en este panorama a futuro, después de la actual crisis en la que nos ubica el covid19 sin duda nos obliga a exigir cambios y giros económicos para el bien de nuestro país.