A las autoridades y a toda la ciudadanía del Perú
Comunicado de los Obispos de los Vicariatos Apostólicos de la Amazonía Peruana
“Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida”.
Papa Francisco, Querida Amazonía, n° 7
“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. (…) La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia” (GS 1). Los obispos de la Amazonía Peruana, ante la situación producida por el COVID-19, elevamos nuestra voz de aliento y esperanza.
1. Aunque todo el país está amenazado por esta pandemia, no todos estamos en las mismas condiciones de responder a ella. Las desigualdades sociales dejan desprotegidos a los más débiles, haciéndolos más vulnerables ante el COVID-19.
2. Reconocemos el gran esfuerzo que realiza el gobierno por otorgar ayuda a la población más necesitada. Sin embargo, constatamos que muchas personas pobres no han sido beneficiadas porque no están incluidas en el padrón.
3. Estas deficiencias se agravan cuando son padecidas por los pueblos indígenas de nuestra Amazonía, la población más indefensa ante esta pandemia. Ellos tienen niveles de desnutrición más altos que el resto de la población nacional; además, existe un creciente aumento de enfermos de diabetes e hipertensión. Hay que señalar que en los últimos años y producto de la pobreza cada vez mayor en las zonas rurales, miles de ellos han migrado, viven hacinados en las periferias de las ciudades y son víctimas de la exclusión por parte del Estado con una deficiente cobertura sanitaria, la cual se hace más evidente ante esta pandemia. Como vemos en los noticieros de los últimos días, son cientos de ciudadanos, entre ellos también indígenas amazónicos, que fueron a laborar temporalmente a regiones agrícolas de la costa, y que ahora pugnan por regresar a sus comunidades porque ya no tienen ingresos económicos y están padeciendo condiciones extremas de falta de alimentos y recursos mínimos para su sobrevivencia. Exhortamos a los gobiernos regionales de la Amazonía a que pongan especial énfasis en apoyarlos para el regreso a sus comunidades, asegurándose que cumplan rigurosamente los protocolos de seguridad dispuestos por el MINSA.
4. En este sentido, especial preocupación nos causa la extrema vulnerabilidad de los pueblos indígenas en aislamiento y contacto inicial (PIACI) pues, si esta pandemia llegara a sus territorios, tendría consecuencias desastrosas que harían peligrar su supervivencia.
5. Urgimos al gobierno, en coordinación con las organizaciones indígenas y populares, a establecer una estrategia sanitaria de emergencia adecuada a la realidad indígena y rural de la Amazonía, la cual deberá tener en cuenta la diversidad cultural, heterogeneidad existente y los saberes indígenas. Asimismo, con la participación de las organizaciones indígenas y populares, es necesario implementar una estrategia que asegure alimentos y productos de higiene y limpieza para afrontar en mejores condiciones la pandemia y la cuarentena durante los siguientes meses.
6. En este tiempo en el que nos vemos obligados a prescindir de nuestras celebraciones comunitarias de la fe, les animamos a fortalecer la Iglesia doméstica en cada hogar. La familia es la base de la sociedad y de la comunidad creyente. Vivamos este tiempo pascual sintiéndonos especialmente solidarios, cumpliendo las disposiciones decretadas por nuestras autoridades y siendo cercanos a los más necesitados, socorriéndoles desde lo que nos permite el aislamiento social establecido.
7. La Iglesia sigue viva y su caridad no descansa. Por eso estamos poniendo a disposición de las autoridades sanitarias nuestros espacios físicos. Desde las Cáritas vicariales y parroquiales, ofrecemos también nuestros recursos humanos y económicos para aliviar esta crisis. Y siendo Cristo Resucitado el mayor tesoro que la Iglesia puede ofrecer (cfr. Hch 3, 6), ahora más que nunca, nos sentimos unidos en la oración con todo el Pueblo de Dios y con todas las personas de buena voluntad.
8. Que María, Madre de la Vida nos contagie la esperanza de que juntos podremos salir de esta prueba.
Mons. Gerardo Zerdin, OFM Obispo Vicario Apostólico de San Ramón.
Mons. Juan Bautista Oliver, OFM, Obispo Vicario Apostólico de Requena.
Mons. José Javier Travieso, CMF, Obispo Vicario Apostólico de San José del Amazonas.
Mons. Alfredo G. Vizcarra, SJ, Obispo Vicario Apostólico de Jaén.
Mons. David Martínez de Aguirre, OP, Obispo Vicario Apostólico de Puerto Maldonado.
Mons. Jesús María Aristín, CP, Administrador Apostólico de Yurimaguas.
Mons. Martín Quijano, SDB, Obispo Vicario Apostólico de Pucallpa.
Mons. Miguel Fuertes, OSA, Administrador Apostólico de Iquitos.
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