- Compartimos artículo de nuestra compañera, Micaela Guillén, sobre SAIPE, uno de nuestros actores aliados en la Amazonia.
Micaela Guillén, Coordinadora del Proyecto Pueblos indígenas y territorio en Forum Solidaridad Perú.
La continua vulnerabilidad de los territorios ancestrales
A inicios de la década de los 90´s los pueblos indígenas de la Amazonía peruana sufrieron uno de los golpes más duros sobre sus derechos colectivos, autonomía y territorio. La constitución neoliberal del Perú de 1993 le arrebata lo más importante, la garantía de la propiedad de su territorio ancestral. Se eliminaban las tres “ies”: la intangibilidad, inalienabilidad e inembargabilidad. Inmediatamente le sigue un proceso, aún no terminado, de política de titulación de comunidades, recortando así “el territorio” y convirtiéndolo en “fragmentos de propiedad de tierras”. Desde hace unos años se viene promoviendo el debate de la titulación individual versus la titulación comunitaria y, como si fuera poco, el gobierno de PPK presentó el proyecto de Ley 1718/2017-PE que genera inseguridad jurídica sobre el derecho de propiedad y posesión de las comunidades de los pueblos indígenas andinos y amazónicos. Esta Ley es conocida como “Ley de despojo territorial”.
El golpe a los pueblos indígenas en la década señalada no solo llegó desde el Estado, también los grupos terroristas tomaron por asalto los bosques para refugiarse y, en algunos territorios, para instalar plantaciones y laboratorios químicos de cocaína. Les costó vidas y mucho dolor recuperar su libertad.
La Amazonía peruana, durante mucho tiempo, fue considerada como territorio vacío, necesario de habitar y hacerlo productivo. Podríamos ser exhaustivos y enumerar los tantos casos promovidos desde el gobierno para hacer productiva la Amazonía peruana y despojar de sus territorios a los pueblos indígenas. O las situaciones de esclavitud a la que se vieron sometidos por las actividades ilegales: desde la caza de esclavos, el caucho, la minería, la tala, el narcotráfico, entre otros. Lo que antes se conocía como resistencia indígena ante la invasión e intento de arrebatar sus territorios, hoy se llama conflicto social o ambiental.
Uno de los casos de estos “Conflictos sociales y ambientales” es el Paro Amazónico del 2009, donde todos los pueblos indígenas de la Amazonía paralizan las principales entradas de comercio que atraviesan sus territorios. El desenlace trágico de este conflicto se sitúa en la Curva del Diablo, en Bagua, territorio ancestral de los pueblos awajún y wampis. Después de lo sucedido en Bagua todo cambia, desde la intervención del Estado, lo estudios en la academia y la organización indígena.
Los pueblos awajún y wampis
Ubicarnos en ese acontecimiento nos transporta a la historia de los pueblos jíbaros awajún y wampís. Los mismos pueblos que se enfrentaron a los moches, los españoles, el narcotráfico, las actividades extractivas del gran empresariado y, actualmente, se enfrentan a las actividades ilegales que destruyen su territorio. La lucha más emblemática de estos pueblos fue contra el narcotráfico.
Durante los primeros años de la década de los 90´s, desde el Consejo Aguaruna Huambisa, liderado en ese entonces por el líder awajún Santiago Manuin Valera, se levanta la alerta frente al crecimiento de indígenas involucrados en las plantaciones de coca. En un contexto complejo, de conflicto en el país, los líderes establecen una estrategia para erradicar las plantaciones y laboratorios en sus territorios. Querían evitar que se les declare en emergencia y que ingresen las Fuerzas Armadas a su territorio. Así pues, inician un proceso de erradicación de las plantaciones de coca. Esa estrategia no podía estar completa sin presentarles una alternativa económica que reemplace la coca.
Es así como los líderes recurren a la misión de los jesuitas instalada en Santa María de Nieva, y solicitan el apoyo para buscar esa alternativa. Este pedido fue acogido, presentándose el primer proyecto de apoyo a las comunidades nativas awajún y wampís. “Cacao vs Coca” fue el título de este primer proyecto productivo. Y así es como se inicia la obra social de los jesuitas, ubicada en el territorio ancestral de estos pueblos, en la provincia de Condorcanqui, Región Amazonas.
El SAIPE
El Servicio Agropecuario para la Investigación y la Promoción Económica (SAIPE) surge del diálogo entre los líderes indígenas y los jesuitas. La necesidad de encontrar una alternativa productiva para la sostenibilidad de los pueblos awajún y wampis y, de esa manera, alcanzar el Tajimat Pujut/Tarimat Pujut (El Buen Vivir). Esa fue la principal motivación.
El SAIPE inicia como un espacio de reunión e intercambio de saberes entre profesionales agroproductivos y los líderes indígenas, avocados a la investigación de las mejoras e innovaciones productivas, buscando el menor impacto sobre los bosques y la reducción de la deforestación. Se inicia, entonces, un proceso de investigación, se instala el Centro de Experimentación productiva “Pampa Hermosa” y juntos impulsaron las innovaciones productivas agroforestales. Entre las que más destacan están: el manejo tecnificado del cacao y plátano, piscigranja y crianza de animales menores.
Durante los 25 años del SAIPE se han intervenido, aproximadamente, hasta 140 comunidades en la Provincia de Condorcanqui y Bagua. Y se logró incorporar manuales de aprendizaje y pequeños Centros de Experimentación en las Escuelas. Actualmente, las innovaciones agroforestales promovidas son las actividades que han logrado sostener la economía familiar en las comunidades de los últimos 10 años, donde la Amazonía se ha visto golpeada por la pérdida de bosque y carencia material para hacer frente a las necesidades económicas del sistema.
Los logros en el campo productivo alcanzados por el SAIPE son importantes, y contribuyen al proceso de adaptación de los awajún y wampís a un contexto de grandes cambios culturales y políticos, donde los derechos de los pueblos indígenas se ven vulnerados y su sobrevivencia depende únicamente de ellos.
Misión del SAIPE
El aporte del SAIPE no se queda en el ámbito productivo. Después del 2009 la defensa de los territorios indígenas dejó de ser un tema solo de las organizaciones. La Iglesia de la Misión del Vicariato San Francisco Javier se involucra en los procesos legales a los que se ven sometidos los líderes indígenas en los hechos sucedidos en el Baguazo. Al ser la única obra social ubicada en el territorio, el SAIPE se convirtió en un interlocutor entre los dirigentes y líderes y las instituciones que estaban involucradas en el asesoramiento legal. De esta manera se fue involucrando en los procesos de lucha política y social de los pueblos awajún y wampis.
El punto memorable es la asamblea convocada en el 2014, donde se reúnen los presidentes de las comunidades nativas[1], dirigentes y líderes de las organizaciones para decidir iniciar el proceso de demanda en el caso del Lote 116. Como acompañantes en este proceso se embarcan IDL, CAAAP y el SAIPE. En esa misma asamblea se realiza un diagnóstico sobre la carencia organizativa y la necesidad de reapropiarse de sus territorios. Y surge la idea de la Escuela de formación de líderes y liderezas jóvenes. El SAIPE, en coordinación con el entonces Consejo Permanente del Pueblo awajún y wampís, hace tres años, inicia el proceso formativo de una nueva generación de líderes y liderezas capaces de asumir las dirigencias en los nuevos tiempos. A partir de esa asamblea inicia la discusión sobre el concepto de territorio integral, la recuperación de la autonomía indígena y la implementación de su derecho al autogobierno.
La idea de territorios integrales es entender el territorio como un todo y no como fragmentos de tierra individuales y colectivas, recuperar la idea de que son un pueblo y no un grupo de comunidades asociadas. Los awajún y wampis encabezan un proceso de los pueblos amazónicos que buscan recuperar derechos sobre sus territorios, poder decidir sobre él y sobrevivir a los, ahora, procesos de cambio climático.
El rol histórico del SAIPE, como obra social de la Compañía de Jesús, ha sido aportar a la sostenibilidad económica familiar, acompañar en la lucha de recuperación de los derechos de los pueblos indígenas y contribuir a la formación de una nueva generación de líderes y lideresas. Y el rol que le toca asumir, ahora, es seguir acompañando en los procesos de lucha, resistencia social y política frente a las nuevas amenazas que surgen en el territorio, e impulsar la producción para la mejora de la economía indígena y, así, lograr la sostenibilidad de estos pueblos y alcanzar el Tajimat/Tarimat Pujut.
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[1] Hoy llamado Consejo Permanente del Pueblo Awajún.
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