Las noticias de las últimas semanas en torno a lobbies de diverso tipo han desnudado una vez más como funciona nuestro país. Mientras que los médicos deben hacer casi cinco meses de huelga para que se atiendan sus legítimos reclamos, a una conocida lobbista mimada por la prensa concentrada solo le basta mandar un mail con un “porfa” de por medio y obtener lo que quiere.
Tal como sucedió en el caso de los vladivideos, que cuando aparecieron se supo con certeza que la corrupción no era solamente una sospecha sino una generalizada realidad, con los “cornejoleaks” constatamos cómo funciona la gestión pública peruana; no al servicio del bien público sino al servicio de las grandes empresas y sus gremios.
A la vez, somos testigos de un impávido Congreso que en otras circunstancias ya debería haber creado una Comisión Investigadora de los lobbies y que prefiere mirar a otro lado. De ahí que el descrédito del Poder Legislativo sea amplio y consistente. No debería extrañar que un sector del Congreso esté embarcado también en esa lógica de anteponer los intereses privados frente a los públicos; pero, y los congresistas que se dicen progresistas ¿también están conchabados? ¿O es que el cálculo o la pequeña prebenda no les permite actuar?
Hemos ido evolucionando (o quizá para algunos, involucionando) de una república aristocrática a una república empresarial, en palabras de Cecilia Méndez; hacia una república lobbista en palabras de Dammert; y es así que se bloquea -por ejemplo- la reglamentación de leyes claves, como la de comida chatarra que es un tema de salud pública que se encuentra paralizado por los intereses de un conjunto de empresas y de medios de comunicación que se benefician con la publicidad.
Desde la ciudadanía, hacemos nuestro el llamado que hiciera Avelino Guillén de mantener vivo el clima de indignación y empezar a generar la respuesta de los sectores que quieren cambios sustanciales; de decir basta a este tipo de negociados bajo la mesa y a seguir privilegiando el interés de unos pocos por encima del bienestar colectivo.
Giancarlo Castiglione G.
Director Ejecutivo FSP