- La mañana del viernes 01 de diciembre, se desarrolló el taller “Compartiendo cuidados”, con la participación de 35 personas, 29 mujeres y 6 hombres, en su mayor parte, miembros del pueblo Awajún.
- La actividad fue parte de la reciente inauguración de la Sala Santiago Manuin de la Escuela de Formación de Defensores/as de Ríos y Territorios, apoyada por Forum Solidaridad Perú y ubicada en dependencias del Servicio Agropecuario para la Investigación y Promoción Económica – SAIPE, parte de la obra jesuita, en Santa María de Nieva.
La jornada buscó recoger un panorama inicial de las percepciones de los hombres y las mujeres sobre los estereotipos de género en la comunidad. Sensibilizar a hombres y mujeres de las comunidades respecto a las consecuencias de la desigualdad. Analizar la construcción de roles y estereotipo de género, a partir de las diferencias físicas y corporales. Y Reflexionar sobre el autocuidado y la importancia de priorizarse como seres individuales.
Mediante el ejercicio de dinámicas grupales y plenarias, con metodologías centradas en los sentidos, más que en lo puramente intelectual, se fue configurando una imagen del estado de las relaciones de género en estos territorios y las necesidades de intervención y reflexión para contribuir a la igualdad.
Durante el desarrollo del taller se observó una actitud hacia la predisposición de escucha activa y de reflexión constante. Los estereotipos de género están firmemente arraigados en la comunidad, estableciendo una división del trabajo basada en el sexo. En esta visión tradicional, los hombres se ven como proveedores, saliendo a cazar o buscar alimentos, mientras las mujeres se ocupan del hogar, cuidan a los hijos y realizan las labores domésticas. Se espera que ellas cumplan con expectativas de comportamiento asociadas a ser buenas esposas, cocinar y mantener la limpieza. Estas percepciones arraigadas en la sociedad perpetúan la idea de roles predefinidos según el género, limitando las opciones individuales y reforzando las expectativas de cómo deben comportarse hombres y mujeres en la comunidad.
Masculinidad es clave
La naturalizada noción de masculinidad tradicional desalienta la sensibilidad en los hombres. Se sugiere trabajar de manera coordinada con grupos conformados por mujeres para fortalecer la conciencia y las medidas contra los estereotipos de género. Esta colaboración organizada permite un enfoque más efectivo para abordar y desafiar las percepciones arraigadas en la sociedad, promoviendo así una comprensión más profunda y acciones concretas para contrarrestar los prejuicios y roles tradicionales. Trabajar en conjunto con estas organizaciones ofrece un espacio propicio para intercambiar experiencias, conocimientos especializados y estrategias eficaces, lo que puede contribuir significativamente a la transformación cultural y social en la lucha contra los estereotipos de género.
Resulta sorprendente, por ejemplo, la falta de consideración del vínculo padre-hijo en este contexto. Este contraste pone de manifiesto la presión social sobre los hombres para ajustarse a un modelo de masculinidad estricto, al mismo tiempo que se les reprocha por no asumir roles domésticos y afectivos. Esta dualidad limita la libertad de los hombres para expresar su sensibilidad y participar activamente en la crianza, perpetuando nociones restrictivas sobre la identidad masculina más allá de los estereotipos convencionales. Es crucial replantear estas expectativas y permitir a los hombres involucrarse en todos los aspectos de la vida familiar, promoviendo así una masculinidad más amplia y diversa, liberada de estas limitaciones preestablecidas.
¿Qué hacer?
De los trabajos y reflexiones colectivas surgieron algunas recomendaciones para abordar los desafíos en este ámbito. Trabajar de manera coordinada con grupos de mujeres para fortalecer la conciencia y las medidas contra los estereotipos de género. Esto permitirá un enfoque más efectivo para abordar y desafiar las percepciones arraigadas en la sociedad, promoviendo así una comprensión más profunda y acciones concretas para contrarrestar los prejuicios y roles tradicionales.
Hombres: permitirse lo emocional
Aparece como imprescindible incluir a los hombres de la comunidad en la tarea de combatir los estereotipos de género. Es crucial trabajar con ellos para cambiar estas percepciones arraigadas, permitiendo así una participación equitativa en la transformación de roles y prejuicios sociales. Esta colaboración activa con los hombres posibilita una comprensión más amplia y profunda de cómo afectan estos estereotipos, fomentando un enfoque inclusivo y efectivo para impulsar cambios significativos en la sociedad.
Se recomienda introducir progresivamente la noción de masculinidades igualitarias, facilitando la apertura hacia diversas perspectivas sobre el derecho de los hombres a establecer lazos emocionales más profundos. Este enfoque gradual permite una exploración pausada y reflexiva de cómo se concibe y se vive la masculinidad, promoviendo así la comprensión de la importancia de la expresión emocional para los hombres. Al ingresar de manera gradual en este tema, se propicia un cambio de mentalidad, permitiendo que los hombres accedan a una gama más amplia de emociones y formas de relacionarse, lo cual fortalece su bienestar emocional. Esta aproximación progresiva posibilita una transición más suave hacia la aceptación de nuevos modelos de masculinidad, propiciando un espacio donde los hombres se sientan cómodos al explorar y abrazar dimensiones emocionales más profundas en su vida.
Mujeres: Tiempo para cuidarse
Un tema clave a desarrollar es explorar con mayor detenimiento la gestión del tiempo, el cuidado personal y el autocuidado, reafirmando su posición como elementos prioritarios en la rutina diaria. Este enfoque implica conceder una atención más profunda a la planificación del tiempo, la atención a las necesidades personales y el fomento de prácticas saludables. Recordar constantemente la importancia de estos aspectos contribuye a promover un equilibrio vital, tanto emocional como físico. Al poner énfasis en la gestión del tiempo, se permite una distribución más eficaz de las responsabilidades, facilitando una vida más satisfactoria. Asimismo, al resaltar el autocuidado y los cuidados personales, se fomenta una mayor conciencia sobre las propias necesidades, fortaleciendo la salud mental y emocional. Estos pilares son esenciales para cultivar un bienestar integral, reafirmando así su relevancia como prioridades fundamentales en la vida cotidiana.
Dejamos a continuación un registro de algunas de las expresiones y pistas colectivas surgidas en el taller:
Actividad | Descripción |
Dinámica para la cohesión: Frío y Caliente. | Durante esta actividad de autoconocimiento colectivo; se observó la apertura de los participantes al juego y al contar experiencias y datos personales a personas que recién conocían, como la edad, el pasatiempo favorito, color favorito entre otros. Se hizo énfasis del cuidado al compañero/a, recalcando que de la única manera que podríamos trabajar adecuadamente y en confianza sería cuidando las opiniones de las/os demás participantes. |
Trabajo grupal: Hombre/Mujeres, mirando con lentes de género y etnia | Durante esta actividad que se realizó con el objetivo de analizar y reflexionar sobre el sistema sexo- género y la construcción de los roles estereotipos de género., se trabajó en dos grupos, los estereotipos de género y las diferencias físico-biológicas entre hombres y mujeres. A continuación, se hará mención de algunas de las respuestas de los y las participantes; sin embargo, se hará el énfasis y se colocará sin excepción las respuestas. Cómo se dice que son Diferencias físicas Actividades que realizan Grupo 1: Hombres Bueno: Trabajador Luchador Responsable en todo sentido Valiente Pescador y cazador Hombre feliz Malo: Borracho y mujeriego No ayuda a su mujer Asesina a su mujer Callejero, no ayuda Irresponsable en su hogar Barba Pene y testículos Músculos Manzana de Adán Pelo corto Hombros anchos No tienen cadera como la mujer No pueden tener hijos No tienen senos No hacen mazato Construyen casas Tienen fuerza más que la mujer Hacen hijos Se van a mitayar Hacen chacras Grupo 2: Mujeres Responsable en su hogar Valiente, ejemplar, empoderada Que no abandone la responsabilidad de su hogar por diversiones Que no sea machista Que sea fiel, sincera, honesta Mujer visionaria sin temor a nada Que sea amable con la sociedad Que sea humilde Tienen seno, vagina, caderas más finas, voz más fina, menstrua, orina sentada, damos a luz. Teje Artesanías, costurera, cocinera hogareña A partir de las frases colocadas en el ejercicio realizado se puede interpretar lo siguiente: La expectativa tradicional hacia las mujeres se enfoca en labores domésticas, cuidado de los hijos/as y del hogar, siendo buenas madres y esposas en un ámbito privado y de servicio. Por el contrario, se espera que los hombres se desenvuelvan en lo público, sean productivos y exhiban fuerza física. Esta dicotomía revela la arraigada división de roles de género, asignando distintas esferas y expectativas según el sexo. Las mujeres se/las limitan a un ámbito doméstico y de cuidado, mientras que los hombres se orientan hacia lo laboral y externo. Estos estereotipos restringen la libertad de elección y obstaculizan la igualdad de oportunidades, naturalizando la visión limitada de las habilidades individuales, independientemente del género. Del mismo modo, la idea arraigada de la masculinidad tradicional desalienta la sensibilidad en los hombres y los juzga por sus relaciones interpersonales, pero también por la ausencia de ellas. Esto genera una contradicción, se critica la falta de implicación masculina en el cuidado del hogar y de sus parejas, al tiempo que se espera que sean individuos fuertes y resistentes ante los desafíos. Sorprende notablemente la ausencia de mención del vínculo padre-hijo en este contexto. Esta percepción contrastante evidencia la presión social hacia los hombres para que cumplan con un estándar de masculinidad rígido y, al mismo tiempo, se les reprocha por no involucrarse en roles domésticos y afectivos. Este doble estándar limita la libertad de los hombres para expresar sensibilidad y participar activamente en la crianza, perpetuando ideas restrictivas sobre lo que significa ser un hombre, más allá de estos estereotipos tradicionales.Con respecto a las diferencias físicas, si bien hay una identificación de las diferencias físico-biológicas, sin embargo, aún persiste el asignarles características sociales a esas diferencias (como por ejemplo orinar sentadas o parados, tener el cabello corto o largo, o la realización del mazato) |
Trabajo individual: Uso de tiempo | Durante este ejercicio los/as participantes identificaron/seleccionaron 7 actividades que realizan en el día: Asearnos, Cocinar, Limpieza, Atender a la familia, Descanso, (asistir a) Iglesia/Taller, Dormir. La dinámica consistía en que cada participante pegaba un papelito, que representaba una hora de su día, según el tiempo que utilice en esa actividad, es decir, si en el día utilizaba 2 horas para asearse, pegaría 2 papelitos en ese recuadro. Cada participante pasó al frente a pegar sus papelitos según su uso del tiempo, los resultados fueron los siguientes: Para algunas participantes, resultó complicado precisar el tiempo asignado a cada actividad, ya que, según su descripción, su día transcurre sin una planificación clara. Esta falta de estructura hizo que el ejercicio les resulte retador. Algunas participantes expresaron la dificultad para cuantificar el tiempo dedicado a la familia, argumentando que su atención se enfoca prácticamente todo el día en sus hijos pequeños. Se resalta que gran parte de su tiempo se destina a labores domésticas como limpieza, cocina y cuidado familiar. No lograron identificar actividades de ocio para desconectar de las responsabilidades familiares, ni mencionaron interacciones sociales como visitas a amigos o familiares. Tampoco reconocieron actividades satisfactorias a nivel personal, a excepción de la asistencia a la iglesia o la participación en talleres. La mayoría señaló que dormía entre 3 y 5 horas, y dedicaba de 1 a 2 horas a descansar durante el día. Aunque indicaron dedicar de 1 a 3 horas a la cocina, recalcaron que, en muchos casos, cocinaban entre 2 y 3 veces al día. Esta realidad evidencia la complejidad de su rutina diaria, donde la falta de tiempo para actividades personales y de descanso se ve influenciada por la demanda constante de atender las necesidades familiares y domésticas. |
Fotos de algunos momentos del taller:
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