- Desde Iquitos, ciudad amazónica del Perú que está entre las más golpeadas del país por el Coronavirus y cuyos servicios de salud han colapsado, José Manuyama envía estas reflexiones de esperanza, contra colonialidad y propuestas alimentarias.
- El autor es docente y miembro del Comité de Defensa del Agua de Iquitos, miembro del Grupo Nacional de Defensores/as de Ríos de Perú y del Foro Social Panamazónico quien, además, recibió en 2017 el reconocimiento «Defensor Ambiental» otorgado por la Presidencia de la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos, Ambiente y Ecología del Congreso de la República.
Cada año prevalecen dolorosas cifras en Loreto. Según el INEI, en el 2018, el 20 % de los menores de 5 años se reportaron con desnutrición crónica. Y el 57,4 % de niños de 6 a 35 meses con anemia (INEI. 01/02/2019).
Si bien es cierto que en la actualidad en la Amazonía hay precariedad, tanto en el presente y especialmente en el pasado prehispánico, el hambre no fue el principal problema.
Para muestra basta un botón reza el dicho. La fariña es producto de un creativo procedimiento ancestral de transformación de la yuca amarga en un súper alimento, comible de mil maneras en todo tipo de fiambres, algunos tan antiguos como la misma yuca. De igual forma, El “masato” es una tradicional bebida que se consume también en forma espirituosa. La yuca es el complemento ideal de innumerables posibilidades. Este milenario tubérculo siempre estuvo aquí, y es una fabulosa fuente de energía, vitaminas y minerales que alimenta hoy a millones de personas en el mundo. Por cierto, la farofa -fariña- es comida nacional, en Brasil. En Loreto, es un alimento marginal y desvalorado por propios y extraños, consecuencia de la racista y acomplejada cultura dominante que se instaló en estas tierras. Y, similares productos como esta raíz hay por miles.
Digo esto porque hay una tendencia cada vez más marcada que exigirá a las ciudades a producir sus propios alimentos. Una gran parte de la población ribereña amazónica, sin apoyo estatal, cuenta con chacras y huertos de donde se abastece a sí misma como a las capitales regionales. El bosque en sí ya es mucho más que una chacra. Dicho sea de paso, en el Perú ya contamos con una ley de agricultura familiar, la 30355, que pocos conocen. Hay muchos ejemplos en el mundo como la conocida Les Avanchets – Suiza -, que cuenta con más de 50 mil huertos familiares.
Es cierto que la colonización ha causado estragos en los pueblos bosquesinos. Hay comunidades donde ya no se practican las antiguas costumbres, debido al abandono y al asistencialismo de los gobiernos que terminan convirtiéndose en verdaderos centros de pobreza. Pero, parte de la cultura ha resistido y se mezcla con el modo de vida más reciente.
De paso, no puede haber comparación entre una lata de atún, jamón o tallarín con los alimentos nativos, no procesados, donde los nutrientes que necesita el cuerpo están garantizados por los ríos y bosques, a pesar del deterioro causado por la extracción desmesurada de cientos de años atrás. No nos imaginamos cómo los ecosistemas se recuperarían bajo condiciones de manejo y cuidado.
Para alimentarnos, sin desvalorar los productos nacionales y extranjeros, no necesitamos de papas, trigos, o preparados importados que recorren miles de kilómetros para llegar a muchos lugares lejanos de la Amazonía. Se pueden consumir pero son totalmente prescindibles.
José Manuyama, en el Encuentro Inter regional de Forum Solidaridad Perú (Lima, 27 a 29 de febrero de 2020)
Muchos hemos crecido en medio de las múltiples bondades alimenticias que puede brindar un río pesquero como el Ucayali, cuna de pueblos kukama-kukamiria, donde antes podías escoger el tipo de pescado a consumir de los muchos que caían en la redes en época de “mijano”. Hoy en los mercados se comercializan especies que antes eran despreciadas por la población, al estar agotándose el paiche, el sábalo, el tucunaré, la corvina, y otras clases más exquisitas.
Ni qué hablar de los árboles medicinales y frutales de los cuales se conoce solo una pequeña cantidad. “De las 3.000 plantas identificadas por el Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU. como activas contra las células cancerígenas, el 70% proviene de la selva amazónica.” (https://chaikuni.org/es/2018/09/12/100-portraits-of-medicinal-plants-in-perus-amazon/). Muchas personas desahuciadas por la medicina moderna llegan a curarse en manos de curanderos loretanos que conocen los secretos medicinales de las plantas.
Y hacia el futuro, tampoco tuviéramos que preocuparnos por aspectos claves como la energía sin tener que recurrir al sucio, contaminante e insostenible petróleo, cuyo comercio ha generado tanto daño a la biósfera entera. Para el experto en redes y sistemas eléctricos, Alberto Ríos (Lima, 2020), con una inversión de alrededor de $150 millones se puede instalar una planta solar en Iquitos, donde gozamos del sol todo el año. Según el especialista, hay tecnologías de menor cuantía para producir energía hidráulica para comunidades más alejadas. Por si acaso, casi todos los domicilios en Arequipa tienen paneles solares.
La caja de pandora abierta por el coronavirus trae paradójicas consecuencias que marcará la línea por donde encontrar la salida al oscuro túnel en que nos ha metido la socioeconomía caníbal global.
El cierre de las fronteras ha frenado la tendencia globalizadora. Miles pugnan por regresar a los países y regiones de origen huyendo de la pandemia. Ha llegado el tiempo del retorno para algunos y el cese de los sueños de salida para otros. En realidad, el mejor lugar para pasar la cuarentena es en una comunidad ribereña convertida involuntariamente en “arcadia” por el natural aislamiento geográfica en que se asienta. Cerrando el acceso no hay forma de que llegue el virus fácil. Pero de pasar las consecuencias serían calamitosas claro está.
Mientras que otros pueblos podrían pasar penurias, los pueblos amazónicos, haciendo uso de sus saberes ancestrales, pueden tener la alimentación asegurada y podrían sobrevivir a una dura cuarentena. De hecho, cualquiera no vive en el bosque. Sin el conocimiento adecuado la muerte acecha. Los pueblos amazónicos habitamos el bosque por miles de años. En forma ingeniosa atendimos con creces todas nuestras necesidades ontológicas, como la alimentación, la salud, la recreación, la vivienda, entre otras cosas.
Si pues, el virus puede jugar a la recuperación y el desarrollo de los saberes de las milenarias culturas amazónicas. Debemos superar esas ideas racistas que establecieron que las costumbres propias eran inferiores a las traídas por los colonizadores extranjeros y nacionales
¿Niños anémicos? ¿El pobre del siglo XXI? Lo tenemos todo para vivir sanamente y en bienestar bajo modelo propio. Por ejemplo, Loreto, la región más grande del Perú. Tiene una densidad poblacional muy baja comparado con otras regiones y un potencial grande de economía circular de bosque en pie. Podríamos estar entre las mejores regiones del mundo con nuestra baja huella ecológica, nuestra extraordinaria geografía y diversidad cultural. Nuestro mayor tesoro no es ese inútil oro que atrajo a cuanto aventurero sociópata. Es el “dorado de la convivencia”, es el saber vivir con la naturaleza y en colaboración mutua. Es hora de dejar sin efecto a cuanta ideología alienada que nos asegura un desastre completo con o sin coronavirus. Después de todo, quién diría, pero el mañana amazónico por fin está cerca.
Fuente: http://www.periodicoluzverdeloreto.com/el-manana-amazonico-esta-cerca/
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