En el Día Internacional de la Mujer Rural, el Centro Flora Tristán expresa su saludo y reconocimiento a este sector de la población que con su trabajo aporta en el Perú a la seguridad y soberanía alimentaria, a la preservación de la biodiversidad y al cuidado de los bienes de la naturaleza para la sostenibilidad de la vida.
Pide a las autoridades locales, regionales y nacionales que garanticen sus derechos humanos y promocionen la pequeña agricultura, en tanto quede este sector productivo dependen sus medios de vida.
La institución feminista llama la atención sobre la realidad de discriminación que viven las mujeres rurales de costa, sierra y selva en el país, quienes – por su condición de género, origen étnico y condición socio económica – se encuentran en desventaja. Ellas vienen padeciendo el olvido del Estado, de las amenazas del cambio climático y de las actividades extractivas.
De otra parte, la carga global de trabajo de las mujeres rurales, a lo largo de su ciclo vital, es superior en más de diez horas a la de los hombres, debido a que ellas asumen las responsabilidades familiares y del hogar. Esta situación obstaculiza el logro de su autonomía económica y limita sus oportunidades para la educación, capacitación técnica, y participación política y así mismo en los espacios de decisión comunal.
Todas estas desventajas afectan el ejercicio de los derechos de las mujeres rurales y en particular de las tres millones que se encuentran vinculadas a la pequeña agricultura de manera directa, quienes viven además situaciones de violencia de género y de discriminación en los servicios públicos.
Pese a esas condiciones de gran dificultad, las mujeres rurales son actoras que aportan con su trabajo productivo y reproductivo a la alimentación de las familias, a la preservación de conocimientos ancestrales y culturas, y a dar visibilidad a su agenda de propuestas en los espacios en que se desenvuelven.
Sin embargo, las políticas estatales locales y nacionales están de espaldas a sus necesidades y planteamientos, y priorizan la promoción de la agroexportación sin considerar que esta actividad económica no garantiza el trabajo con derechos, se basa en el monocultivo que afectana los suelos, al usodel agua de forma insostenible y fomenta la concentración de tierras en desmedro de la propiedad comunal.
Entre las brechas de género en las zonas rurales está la educación, donde el nivel es bajo en ambos sexos, peroson las mujeres quienes menos acceden y se mantienen en el sistema escolar.
También en el acceso a la tenencia de la tierra donde, en la misma tendencia que se presenta en América Latina, las mujeres cuentan con parcelas de 1.8 hectáreas en promedio, en tanto la que manejan los hombres es más de 3 hectáreas.
El Centro Flora Tristán, institución que en el 2019 cumplirá 40 años de apuesta por los derechos de las mujeres, exhorta al Estado peruano a dar cumplimiento al artículo 14 de la CEDAW referido a las mujeres rurales así como a los Objetivos de Desarrollo Sostenible para cerrar las injustas brechas de género y alcanzar en nuestro país el desarrollo sostenible sin discriminación de ningún tipo.