Desde el año 2006, el 18 de octubre de cada año se conmemora el “Día de los peruanos que residen en el exterior. Según el documento “Evolución del movimiento migratorio Peruano” publicado por el INEI en noviembre del 2013, el movimiento migratorio de peruanas y peruanos es: Chile con 47,9%, Bolivia 11,8%, Estados Unidos 10,8%, Ecuador 6,4%, Argentina 3,9%, Brasil 3,3%, México 3,2%, Colombia 2,9%, Panamá 2,8%, España 2,4%, Holanda 1,0%, y otros países 3,6%. Según sexo del total de peruanos que salieron, el 52,7% fueron hombres y el 47,3% mujeres, la edad de quienes emigran fluctúa entre los 19 y 49 años respectivamente. Este mismo estudio muestra en los últimos años la creciente tendencia de nuestros connacionales que han retornado al país después de permanecer en el extranjero por más de un año, así como el crecimiento de la inmigración y del ingreso de extranjeros con calidad migratoria de trabajador en el país.
La migración es un proceso que implica múltiples desplazamientos geográficos y que, por consiguiente, es un proceso que implica también relaciones humanas, sociales y económicas a través de espacios o campos sociales inclusive transnacionales. Por ello, algunos flujos migratorios particularmente vulnerables requieren de especial atención. Cabe destacar, el delito de tráfico de migrantes, la trata de personas y el retorno que afectan a familias completas y en especial a ciudadanas de nuestros países suramericanos donde la situación de las mujeres y de las niñas reviste especial vulnerabilidad.
¿Qué pasa con los que retornan a su país de origen?
Como consecuencia del retorno de nuestros connacionales y el incremento del flujo migratorio, entre países de la región sur, hay un conjunto de desafíos importantes por trabajar tanto para los Estados como para la ciudadanía misma. En principio, debemos reconocer nuestro derecho a migrar así como a retornar a nuestro país de origen. En nuestro país se estigmatiza a los que retornan, a aquel o aquella que se fue en época de crisis económica en busca de mejores oportunidades, a aquel o aquella que “abandonó” a sus hijos en busca del éxito, nada más lejos de la verdad. El Perú entero tiene una deuda histórica con nuestros connacionales que pensando en su familia y por el bienestar de ella, se han alejado de sus seres queridos, que han enviado durante muchos años la riqueza que generan con su esfuerzo y trabajo a sus países de origen. Su contribución a nuestro país, es indiscutible. El envío de remesas ha significado para muchos países como el nuestro el alimento, la salud y la educación para muchas niñas y niños donde el Estado estaba siempre ausente y cuyo ingreso principal era la remesa del que se fue. Ese sacrificio silencioso de nuestros connacionales, solo conjuga con el silencio de nuestros gobernantes que, hasta hoy, pareciera una situación invisible para ellos.
A 8 años de la ley que los conmemora desde el 2006 y que hacía suponer un interés creciente en nuestros connacionales por parte del Estado, hay sin embargo casi ningún avance. Una Ley de Incentivos Migratorios sin ningún presupuesto, una Ley de extranjería con una antigüedad de 22 años que nunca fue reglamentada, una Superintendencia Nacional de Migraciones con enfoque de securitización (controles fronterizos, seguridad nacional) y ausencia de un enfoque de derechos, entre otros.
¿Cuáles son los desafíos?
Son muchos y urgentes: investigación que nos permita contar con estadísticas y no con aproximaciones respecto a cantidad y motivación de la migración de peruanas y peruanos; la firma de convenios bilaterales para el reconocimiento de estudios y de beneficios o prestaciones sociales; un presupuesto para la Ley de Incentivos Migratorios, la misma que debe ser implementada con espacios que incluyan a la sociedad civil; que existan espacios consultivos que incorporen a la sociedad civil y toda su experiencia de trabajo con organizaciones y familiares de migrantes y retornados. Y por si fuera poco urge saber cuál es el impacto y aportes de la migración en la cultura peruana por efectos del retorno y la creciente inmigración de ciudadanas y ciudadanos de los países vecinos lo cual constituye parte sustancial de los procesos de integración económica, cultural y social y que promueven la convivencia pacífica, últimamente exacerbada por la torpeza de políticos xenófobos.
Miriam Torres
Coordinadora del Área de Desarrollo Social de Forum Solidaridad Perú